La inteligencia artificial trabaja de forma más eficiente cuando dispone de un entorno donde la información está estructurada y las relaciones son declaradas. Esto le permite interpretar los datos correctamente, construir nuevas estructuras basadas en patrones observados y adaptar la organización de la información a las necesidades reales, asegurando una evolución precisa y controlada del sistema.
Estructura disponible, máxima eficiencia La inteligencia artificial, gracias al repositorio estructurado, sabe desde el primer momento cómo debe organizar la información. Esto elimina interpretaciones y multiplica su eficiencia.
Creación de la estructura de gestión Con el repositorio como base, la IA puede construir toda la estructura funcional de la base de datos de gestión: documentos, entidades, relaciones y dependencias.
Evolución proactiva del sistema La IA analiza el uso real, detecta nuevas necesidades y amplía la estructura para absorber nuevos escenarios, adaptando el sistema sin limitar la actividad, sino potenciándola.
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